Artista: Hate
Álbum: Anaclasis: A Haunting Gospel of Malice & Hatred
Género: Death Metal/Blackened Metal
Nota: 9/10
Hoy toca sesión de
blasfemias, mala uva y caña burra, y para ello que mejor que desplazarse hasta
Polonia donde el éxito está asegurado. País con micro clima metálico propio,
tanto es así que ya hace un tiempo que flota en el aire la etiqueta de “Death
Polaco”, y si un buen día se creó el “Death Sueco”, porque no optar por esta
“denominación de origen”. Marca registrada aplicable a un buen puñado de bandas
con varias características comunes, técnica impoluta, cojones de acero y almas
de hielo. Vader, Behemoth, Decapitated, Sceptic o los propios Hate algunas de
las bandas imprescindibles para entender lo que se cuece por aquellos lares. Ya
lo ves, nombres escuetos y contundentes, al igual que sus trabajos. Allí se va
por faena, discos de entre cuarenta y cuarenta y cinco minutos, no hace falta
más, donde se reparten ostias como panes a diestro y siniestro. Lo bueno, si
breve, dos veces bueno, y así de paso no alargan tu sufrimiento, pues escuchar
un disco enterito de estas bestias pardas del tirón nunca deja indemne.
De los mencionados
anteriormente, Hate se hermanan sobre todo con Behemoth. Vader son los padres
honoríficos pero de marketing no tienen ni puta idea. Sinner, al igual que
Nergal, tiene más que claro el enfoque si quieres aspirar a vender tu música
por todo el globo. Death Metal con toques Black, ¿quieres llamarlo Blackened?,
porque no. La música importa, pero las pintas también si quieres ganarte la
vida con esto. Así que corpse paint al uso y faldones típicos del Avant-Garde,
que molan cantidad. Pero Hate no son solo fachada, para nada, atruenan que da
gusta y encima saben jugar con los ritmos machacones como unos auténticos
maestros.
Aun encontramos otro
paralelismo entre ambas bandas, al igual que Nergal, Sinner es un auténtico
currante del metal, existe el talento innato y al que no es poseedor de él, le
toca trabajar duro. Ambos pertenecen al segundo sector, a picar piedra si hace
falta, pero al final al conseguido su objetivo. Disciplina militar y corazón de
guerrero, no hay más. Y después de mucho batallar, siempre hay un disco en
concreto que suele ser la piedra angular que te hace dar el salto definitivo a
la primera línea de fuego. En el caso de Hate ese disco capital sea
posiblemente el que hoy os traigo, que sin diferir demasiado en lo ofrecido por
la banda hasta entonces, tiene aspectos que lo hacen superior. Los temas tienen
más gancho que antaño, están mejor estructurados y la producción es impoluta,
tema fundamental en este tipo de propuestas extremas. Además la portada da unas
ganas terribles de hincarle en diente a este disco.
Comenzamos con
interferencias, tranquilo que el cd no está rallado, forma parte de la habitual
intro de rigor, nada, un minuto escaso y ya entramos en faena, aparece la
apisonadora Hate al completo. Riff inicial repetitivo y taladrante, y la
batería jugando con él a su antojo, mientras Sinner berrea impasible. Aparece
el punteo melódico que nos recuerda bastante a Dimmu Borgir, y es que Hate anda
continuamente entre los noruegos y los mencionados Behemoth. “Necropolis” entra
hiriente, con unos chirrido de guitarra que cortan el aire, el estribillo suena
a culto satánico, el tema apesta a maldad y al “Lord of All Fevers & Plague”
de Morbid Angel, y conforme avanza va ganando un cierto toque épico.
Estamos on fire,
vamos in crescendo y “Hex” atruena todavía más, aparece el riff machacón que es
tan sencillo como efectivo, ellos lo saben y no van a dudar en abusar de él,
tanto es así que justo al final del tema, después de un amago de finalizar, nos
lo vuelve a soltar en toda la jeta. Aún y siendo igual de asesina, en
“Malediction” dan un toque de clase al intercalar un riffeo algo más Stoner que
queda cojonudo, al minuto 0:39 me remito. “Euphoria of the New Breed” es una
jodida tormenta devastadora de Black Metal, de la que es imposible salir
indemne, refúgiate bajo el paraguas de acero si quieres que va a dar igual, te
van a llover tortas a diestro y siniestro.
A modo de
compensación aparece “Razorblade”, que adopta un aire algo más machacón sin
dejar de lado ese hedor a pútrido Black parte-almas. Y como si de un espejismo
se hubiese tratado, “Immortality” vuelve a vapulearnos de mala manera. ¿Andas
de pie todavía?, eres duro colega, aguanta que este es el mejor corte de todo
el disco y no te lo puedes perder. Tema completísimo, tralla burra, interludios
machacones, doscientos riffs asesinos empalmados uno tras del otro a cual más
adictivo, e incluso se atreven con un solo, que no abundan en el disco. Mención
especial para el riff viciante del minuto 2:35, con un momento de inspiración
así puedes ganar mil seguidores de golpe.
“Fountains of Blood
to Reach Heavens” no iba a ser menos, y pelea lo indecible para intentar aupar
este trabajo a lo más alto, Hellrizer ha tenido que cambiar los parches de la
batería tres veces ya, que manera de golpear que tiene el angelito. Dos
temazos, a cual mejor, para cerrar el disco y dejarnos con ganas de más, como
debe ser. Trenta y cinco minutos han sido suficientes, para que meter dos o
tres temas más de relleno.
Hate dieron un puñetazo
sobre la mesa con este discazo, breve pero intenso, duro, gélido, penetrante y
abrasivo. Quizás no sea merecedor de ser considerado una masterpiece, pero sin dudas este "Anaclasis" es muestra de muchos quilates del poderío que atesora el metal polaco desde hace y abastante tiempo. Si
todavía no los conoces, este es tu disco, a buen seguro que no te van a
defraudar, palabra de Betrayer.