Artista: IHSAHN
Álbum: EREMITA
Estilo: Extreme Progressive Metal
Nota: 10/10
Compleja
e interesantísima la propuesta que nos trae el ex líder de Emperor, Ihsahn.
Genio y figura, un súper clase en la onda de cracks como Devin Townsend o Peter
Tägtgren. Tipos inteligentes todos ellos, conscientes de que todas sus
inquietudes y “locuras” musicales, no cuadran con sus respectivas bandas
principales, deciden montar proyectos paralelos, para así no mancillar ni
distorsionar, la imagen de bandas tan importantes en la historia del metal como
son Strapping Young Lad, Hypocrisy, o los ya mencionados Emperor.
Podéis
llamarme rancio o clásico si queréis, pero no van por ahí los tiros. Pienso que
todas las bandas, tienen todo el derecho del mundo de evolucionar a lo largo de
su carrera, pero claro está, siempre dentro de unos “límites” de coherencia
musical. Y las propuestas de estos tipos, difieren totalmente del estilo o
tendencia musical que practicaban en sus bandas maternas. Y cuando una banda
tiene un nombre hecho dentro de la escena, ganado a base de trabajo y esfuerzo,
es muy jodido destrozarlo todo de un plumazo. En resumen, los experimentos en
casa y con gaseosa, y solo por eso, tipos como estos ya merecen mi más absoluto
respeto.
Hecha
esta puntualización, vamos al nuevo trabajo de Ihsahn, titulado “Eremita”. Englobar
la propuesta de Ihsahn bajo una sola etiqueta, se me antoja misión imposible.
La amalgama de estilos sobre los que discurre su obra es tal, que uno no tiene
posibilidad de encasillarla. Symphonic Black, Modern Metal, Jazz, Progressive…Valga
hoy más que nunca, la típica frase de “hay que escucharlo para opinar”. Y no
una, ni dos, si no muchas escuchas son necesarias para emitir un veredicto con
propiedad.
Eso
sí, los amantes de la faceta más extrema del noruego, tienen que atacar este
disco conscientes de lo que se van a encontrar. Partes agresivas las justas, y
siempre combinadas con secciones melódicas, consiguiendo así un juego de
contrastes que marea. Pero la borrachera sonora no es de las de vomitar y
resaca de dos días. Hablamos de un colocón dulce, lo que en argot de borracho
sería el “puntillo pasao”, sin llegar a la “torta padre”. Te levantas fresco,
feliz de la fiesta que te has metido, y deseando volver a repetir.
Volviendo
a las etiquetas, para esta ocasión me he permitido el lujo de inventar una
nueva, se trata de “metal extremo exquisito”, quizás suena ñoño, pero es lo que
a mí me transmite este disco. La sutileza melódica alcanzada por Ihsahn, haría
sonrojar a la mayoría de bandas de Gothic metal. Y la forma en como es capaz de
enlazar dichas melodías, con las partes más extremas, es abrumadora. Me quito
el sombrero, me arrodillo y le beso los pies, su propuesta podrá gustar más o
menos, conllevará mayor o menor inspiración según el tema, pero que el noruego
es un súper clase, queda fuera de toda duda.
Punto
y aparte para el artwork, la grotesca
portada nos muestra el busto del filósofo alemán Frederich Nietzsche, dibujado
por el pintor, también alemán, Hans Olde, con la peculiaridad de que está
puesto del revés. El retrato de Nietzsche, en el trabajo del cual se inspiran
multitud de bandas de Black Metal, data de cuando este ya había perdido el
juicio.
El
“acaparador” Ihsahn no tiene suficiente con su talento, así que decide rodearse
de varios cracks más de de la escena. Bien es cierto, que en muchas ocasiones,
estas colaboraciones son solo una forma de vender la moto al personal, y el
producto final no está a la altura esperada. En “Eremita” ocurre todo lo
contrario, los aportes puntuales brillan con luz propia, enriqueciendo aun más
el producto, dándoles ese toque supremo.
En
el primer corte “Arrival”, ya aparecen las primeras “ayudas”. Einar Solberg,
cantante de Leprous, banda de metal progresivo, cuyos miembros tocan como
músicos de sesión en los directos de Ihsahn. Su agraciada voz melódica, aporta
el contrapunto justo a la desgarrada, pero contenida, voz de Ihsahn. Dicho
juego de voces es lo mejor de este primer tema, que musicalmente se mueve en
una especie de metal moderno, con riffs relativamente sencillos de fácil
empaque.
“The
Paranoid” pega duro, con un arranque muy Black, riff cortante, continuo blast
beat e Ihshan desgarrando a tope sus cuerdas vocales. Cerca de medio tema
aparece una de las primeras joyas del disco, el estribillo melódico “And the
shame feeds the anger feeds the shame”, apoyado en esos teclados ¡buff! Para
enmarcar.
Con
la maquinaria ya en pleno funcionamiento, llega el que para mí, es el mejor
corte del disco, “Introspection”. En esta ocasión el apoyo vocal llega de parte
de otro genio, uno que ya lleva varios años navegando con sus proyectos en
solitario, ni más ni menos que el extrovertido Devin Townsend. Cuando tanto
talento se junta solo pueden pasar cosas buenas, por momentos parece que ambos
lleven toda la vida cantando juntos, una simbiosis total, consiguiendo traspasar
los límites de la sutileza humana, ¡chapó!
A
partir del cuarto tema “The Tagle and the Snake”, el saxo hace acto de
presencia de una forma más acusada, y a partir de ahí ya no nos abandonará en
lo que queda de disco. Tema muy denso y atmosférico, donde el mencionado saxo,
nos regala destellos paranoicos. Y justo en el minuto cinco y medio, aparece
como sin venir a cuento, un estratosférico solo del maestro de las seis cuerdas
Jeff Loomis. Calidad suprema, Loomis es de esos guitarristas que ha conseguido
crear un sonido y estilo propios, fácilmente reconocible. Como contrapunto,
decir que Ihsahn también participó en un tema del último disco de Loomis,
“Plains of Oblivion”.
“Catharsis”
se perfila como uno de los temas más relajantes del disco, las melódicas voces
de Ihsahn, apoyadas constantemente en las virtuosas melodías de saxo de Jorgen
Munkebi, están a punto de sumirnos en un relajante letargo, hasta que aparece
la mordiente “Something Out There”, que será el último ataque corrosivo Black
del disco, y que nos recuerda a Emperor en su etapa más sinfónica.
El
pasaje instrumental “Grief” actúa en forma de barrera musical, digamos que los tres temas
restantes, ahondan aún más en la faceta progresiva y experimental de Ihsahn. “The
Grave” se perfila como el tema más denso, oscuro y atmosférico del plástico, un
descenso a las profundidades más cavernosas del universo Ihsahn, con un título
que encaja a la perfección con lo ofrecido. A las mentes menos experimentadas,
este tema les puede resultar una desagradable pesadilla, más de ocho minutos de
locuras jazzísticas en pugna con la agonizante voz de Ihsahn.
Cerramos
con “Departure” y “Recollection”, donde los constantes juegos de voces de
Ihsahn, se llevan la mayor parte del mérito. En “Departure” encontramos la
colaboración de la vocalista femenina Heidi S. Tveitan (Ihriel), que formó
parte anteriormente, de otro proyecto Avant-Garde junto a Ihsahn llamado
Peccatum, entre 1998 y 2006. Y el ending “Recollection” es un temazo de cabo a
rabo, la sutileza de la voz de Ihsahn llega aquí a su máxima expresión, un tema
precioso de verdad, de los que seduce por su sensibilidad.
Y
así acaba la historia, casi una hora de tensiones dramáticas, de locuras
experimentales, de jazz fusión, de cautivadoras melodías, de puntuales ataques
viscerales, de sombríos pasajes atmosféricos…en definitiva, de pasear por toda
la imaginación creativa de este genio que es Ihsahn. Un disco para degustar en
una fría tarde de invierno, junto al fuego, con una taza de té bien calentita,
sólo o acompañado, según apetezca, y con todos los sentidos puestos en
disfrutar de esta mirífica obra maestra.
Aquí os dejo con "The Paranoid" e "Introspection", dos de mis piezas favoritas del disco, espero que os gusten.
Formación:
Ihsahn: Voz, guitarra, bajo, teclados.
Temas:
1. | Arrival | ||
2. | The Paranoid | ||
3. | Introspection | ||
4. | The Eagle and the Snake | ||
5. | Catharsis | ||
6. | Something Out There | ||
7. | Grief | ||
8. | The Grave | ||
9. | Departure |
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