sábado, 31 de agosto de 2013

CRITICA: DAN SWANÖ, "Moontower" (1999)

Artista: Dan Swanö
Álbum: Moontower
Género: Melodic Death Metal/Progressive Metal
Nota: 10/10



Cuando a uno le da por citar a alguno de los genios creativos que pululan por el universo “deathmetálico”, rápidamente aparecen los nombres de Chuck Schuldiner, Mikael Akerfeldt, Peter Tägtgren, Ihshan, Devin Townsend o Trey Azagthoth entre otros. Pero, injustamente,  en pocas ocasiones veremos en dicha lista a uno de los compositores más grandes que haya parido madre, aparte de ser también uno de los productores más importantes en la historia del Death Metal, como no, hablamos del gran Dan Swanö. Solo con mencionar algunas bandas producidas por él a uno ya le entran escalofríos, Opeth, Marduk, Dissection, Katatonia, Novembre, etcétera, y si nos vamos a los proyectos musicales la cosa ya se sale de madre, Bloodbath, Edge of Sanity, Pan.Thy.Monium y otro largo etcétera.

Hablamos sin duda de uno de los artistas más polifacéticos que jamás haya dado la escena. Multiinstrumentista y tremendo vocalista, el metal jamás ha hecho justicia con su carrera, y la mayoría de sus proyectos siguen siendo exclusivos para unos cuantos arqueólogos del metal, que una vez descubren alguna de las formaciones en las que ha trabajado este individuo, deciden indagar más y más para ir conociendo todo lo que ha sido capaz de inventar este monstruo a lo largo de su carrera. Curiosamente este “Montoower” es el único disco donde todos los instrumentos corren exclusivamente a cargo de Swanö, y el resultado no podía ser mejor.

Para fabricar semejante maravilla el señor Swanö se toma un relativo descanso de su banda principal Edge of Sanity, y trabaja duro para elaborar una de las gemas preciosas más relucientes que jamás haya tenido el sector del Death Melódico Progresivo. Sí, hoy te avanzo la primicia y si andas algo gandul te ahorras leer la reseña entera, OBRA MAESTRA, así en mayúsculas, no hay más, si piensas discutírmelo me da igual, porque no te voy a hacer ni caso, mejor dicho, “Moontower” por si solo posee tantos argumentos para defenderse que, cayendo por su propio peso, va a acabar dándome la razón.

“Moontower” es de ese tipo de discos que entra hasta sin querer, su Death Melódico es tan y tan agradable, tan sutil, tan melodioso, tan hipnótico y adictivo, que cuando uno acaba de escuchar sus escasos tres cuartos de hora de duración, tiene la irresistible tentación de volver a darle al play, pues es un trabajo que podrías estar escuchándolo durante días enteros sin descanso que jamás te cansarías de él. “Moontower” no necesita ningún tipo de predisposición anímica para ser degustado, tengas el día que tengas, te sientas como te sientas, si mirando cajas de cd’s se cruza en tu camino esta delicia, lo vas a acabar poniendo sí o sí. Y es que parecerá una tontería, pero uno necesita un estado de ánimo concreto (ganas de partir cabezas) para zumbarse un “Breeding the Spawn” de Suffocation, o un “Icon” de Paradise Lost (fase depresiva total). En cambio “Moontower” siempre viene bien, un disco de Death Metal de los que “no hacen daño”, de los que te alegran el día, en ese sentido, y comparándolo con discos de un estilo relativamente similar, me recuerda bastante a un “Swansong” de Carcass, un “Colony” de In Flames, o un “Wolverine Blues” de Entombed.

Así que avisado estás, hoy no toca partir cervicales ni encabronarse como un mandril con almorranas. Dan Swanö ha fabricado este proyecto tan exclusivo y personal, para hacerte pasar un buen rato disfrutando de una mezcla única entre Death Metal, presente sobretodo en las voces y la distorsión de las guitarras, con rock progresivo de los setenta, con los teclados como principal baza. O tal y como lo definió el mismo Swanö en su momento, “Moontower es como si Rush hubiese decidido hacer Death Metal en los setenta”, y por supuesto razón no le falta.

“Moontower” es de esos discos que te atrapa desde el segundo cero, solo con el primer riff de teclados uno ya se pone en alerta, esto promete, y sin tiempo a perfilar ninguna duda ya aparece esa distorsión de guitarra tan cruda y la apabullante voz de Dan para acabarte de convencer. Por si no tienes suficiente en 2:18 tienes un breve impás que te dejará perplejo por lo bien que encaja con el todo de “Sun of the Night”, vuelta a la carga, y en tan solo un minuto aparecen de nuevo las acústicas seguidas de una preciosa melodía de piano que a su vez da paso a uno de los mejores solos de todo el disco, secundado por una base rítmica tan sencilla como efectiva.

¿Qué, cómo se te ha quedado el cuerpo? Estás alucinando, seguro, al menos el aquí presente se quedó helado a las primeras de cambio, y eso que yo soy bastante malo en las primeras escuchas. Pues si con el primer tema has flipado agárrate bien, porque el nivel del resto del disco es exactamente igual de alto, incluso me atrevería a decir que en algunos cortes Dan intentará superar la barrera de la perfección. “Patchworks” entra con unos teclados de película de ciencia ficción de los años ochenta que pronto desembocan en un tremendo riff de guitarra que vuelve a patearte el culo por su sencillez colmada de gancho. ¿Cómo se puede hacer que algo suene tan relativamente sencillo y a la vez sea tan adictivo? Suerte que al señor Swanö no le dio por fabricar drogas de diseño, porque si no seguro que se hubiese multiplicado el número de sobredosis. Y hay más, el resto de riffs tanto de teclado como de guitarra que van apareciendo siguen siendo puro veneno dulce, y si a todo esto le sumamos lo soberbio del trabajo en las voces pues ya lo tienes, dos cortes de 10 seguidos.

El problema lo tengo yo ahora, pues os acabo de ensalzar los dos primeros temas como si fueran la quinta esencia, y resulta que “Uncreation” se muestra incluso unas décimas superior a sus antecesores. Los teclados de “Uncreation” son una de las cosas más bellas que un servidor se ha llevado a la oreja en su carrera como metalhead, que exquisitez, que delicadeza, que finura, que… Tercer tema y ya me estoy quedando sin adjetivos, acabar esta reseña va a ser una ardua tarea, y eso que solo son ocho cortes. Los dos solos siguen por la misma línea de lindeza musical, y si a esto le sumamos la energía con la que Dan canta en este corte, apaga y vámonos. Cada vez que pronuncia la frase “Oh uncreation” se me ponen los pelos como escarpias, de verdad.

“Add Reality” sigue por los mismos derroteros extra melódicos, con unos teclados que lo abarcan todo y otro magistral trabajo de Dan a la voz, llegando a su punto culminante en el minuto en 4:50 cuando después de un breakdown de piano el maestro se arranca con unas preciosas voces limpias cargaditas de sentimiento que se alargaran hasta cerrar el corte, no en vano la letra de la canción es muy melancólica sin caer en la ñoñería, y este detalle le va al pelo.

Después de dos cortes tan ralentizados toca un poquito de marcha, Dan es consciente y “Creating Illusions” entra bastante animada, el corte más “opethiano” del disco, algo se le tenía que pegar del amigo Akerfeldt después de haber trabajado con él, aunque seguro que su compadre jamás hubiese “abusado” de los teclados como lo hace él. “The Big Sleep” se muestra en una línea muy similar, vamos que se parece un montón pero es diferente, menudo maestro. En el minuto 2:42 vuelven a aparecer las voces limpias (por segunda y última vez) con la misma emotividad o incluso más si cabe que en “Add Reality”. La pregunta es obligada, señor Swanö ¿porqué no hay más voces limpias en el disco con lo buenas que son y lo bien que quedan? Solo el crack sueco tiene la respuesta, y me da que no me la va a contestar a mí.

“Encounterparts” aparece como el único corte instrumental del plástico, y por si todavía no habías detectado el tufillo a Rush en lo que va de disco (debes de tener la nariz muy pero que muy tapada), este temazo te sacará de dudas. ¿Alguien dijo YYZ? Efectivamente, no hay que ser un genio para ver el parecido entre el inicio de la mítica pieza de los canadiense y “Encounterparts”. Esta instrumental, sin ser la quinta esencia técnicamente hablando, es un corte sólido y muy bien cohesionado, lejos de sonar a un montón de ritmos enganchados con silicona, la canción fluye como agua de manantial, ruidosa pero agradable y continua. Deslizándose sutilmente por tus neuronas y dejando una huella tenue pero impertérrita en tu cerebro. Te has quedado totalmente acojonado, tienes la irresistible tentación de tirar hacia atrás para volverla a escuchar, pero hay que ser fuerte, solo te queda un tema y seguro que no te lo quieres perder, además a estas alturas ya sabes que en cuanto acabe el disco lo vas a volver a poner, tal y como ya te advertía yo unos párrafos más arriba.

“In Empty Phrases” sigue con la tónica general del disco, poca velocidad, mucha melodía, preponderancia de los teclados y Swanö con su particular exhibición vocal. Puede que por momentos veamos aquí algunos destellos de los neoyorquinos Dream Theater, no en vano siempre fueron alumnos aventajados de los canadienses Rush.

Y ahora sí ya os dejo tranquilos, crónica completa para un disco que se merece todas estas líneas y dos millones más, una deslumbrante pieza de orfebrería metálica que se da una vez cada equis años. “Moontower” no es el disco más rápido, ni el más técnico, ni el más complejo, pero contiene una magia especial que lo convierten en único e irrepetible. La mejor formación posible y la mejor producción que el dinero puede pagar, no pueden asegurar una obra magna de este nivel. “Moontower” con mucho menos, acaba llegando como al alma como cualquier otra master piece de “lo nuestro”. El dinero puede comprar muchas cosas, pero el talento y la inspiración no. Y si a día de hoy todavía no hemos disfrutado de un “Moontower II”, creo que es porque el señor Dan Swanö es consciente de que sería imposible volver a plasmar un trabajo tan mágico como este.

Un par de regalitos, dos joyazas "Sun of the Night" y "Uncreation":





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