sábado, 31 de agosto de 2013

CRITICA: WATAIN, The Wild Hunt (2013)

Artista: Watain
Álbum: The Wild Hunt
Estilo: Black Metal/Melodic Black Metal
Nota: 8/10



¿Evolución, madurez o asalto comercial? No es demasiado habitual comenzar una reseña haciéndose esta pregunta, pero esas fueron las dudas que asaltaron al que hoy escribe después de la primera escucha del nuevo trabajo de Watain “The Wild Hunt”, por diversos factores que intentaré ir desglosando a lo largo de este escrito. Los suecos Watain vuelven a la carga con el que sin duda va a ser el disco de su carrera de mayor controversia, un trabajo que agradará a muchos, que les hará ganar nuevos adeptos y que puede enojar a cierto sector más “true” de seguidores. Cierto es también que Watain han llegado a un punto de su carrera en que gracias al respeto conseguido con sus anteriores trabajos, ya pueden permitirse el lujo de orientar su carrera hacia donde más les plazca sin tener que justificarse ante nadie.

La verdad es que tampoco hace falta ser alarmista, no estamos hablando de ningún giro de ciento ochenta grados, y además al buen seguidor de los suecos, este movimiento tampoco debe resultarle excesivamente sorprendente, pues es algo que hasta cierto punto era previsible. No en vano siempre fueron considerados como los nuevos Dissection, y sus compañeros de armas, dentro de su propuesta Black, siempre incluyeron muchísima melodía y cantidad de detalles afines al Heavy tradicional.

Después de escuchar el disco un buen número de veces y reflexionar un poquito, uno puede responder a la pregunta del principio haciendo uso de las tres posibilidades planteadas. “The Wild Hunt” es el claro reflejo de la evolución y madurez tanto personal como musical, de unos chavales que con apenas veinte años ya sorprendieron al sector Black su disco debut “Rabid Death’s Curse”. Un trabajo rabioso y rebelde, con una horrible producción y con un Hakan Jonsson que tenía unos problemas terribles para clavar los tempos. Pero el disco desprendía una energía y visceralidad que únicamente pueden generar las hormonas de un adolescente cabreado con el mundo, y les valió para conquistar el corazón negro de los seguidores más “trues”. De ahí en adelante cada disco fue un pequeño paso en su progresión, y ahora, pasada ya la barrera de los treinta, definitivamente han decidido bajar pistonada.

En cuanto a la tercera posibilidad, la cosa está clara. Por mucho rollo que nos quiera vender el señor Erik Danielsson sobre la lealtad de la banda a la filosofía del Black Metal, el corpse paint pertinente, los pinchos, el cuero, las tachuelas, las fotos con serpientes, y demás “truismos” varios, al final lo que acaba siendo importante es lo que mueve este jodido mundo, que es sin duda el dinero. Y Watain son más que conscientes que con este disco aumentan considerablemente las posibilidades de abarcar un mayor número de público, y por ende, de ganar más dinero. Solo hay que ver el nivel de marketing alcanzado con el lanzamiento de este nuevo trabajo (camiseta de regalo para los primeros cincuenta compradores del disco, una edición limitada Box Set con dos 7”, tapete de altar, postales, pin y no sé cuantas chorradas más).  Y una cosa no debe estar reñida con la otra, que una banda pase a ser más accesible por así decirlo no implica que el material en cuestión sea malo. Para muchos el “Countdown to Extinction” de Megadeth es una obra maestra, y supuso un bajón de revoluciones considerable respecto a su anterior “Rust in Peace”.

La atmósfera lúgubre en los trabajos de Watain siempre ha sido una constante, y tiene su mérito pues ya sabemos lo reacios que son los suecos a utilizar teclados, orquestaciones o cualquier otra “ayuda” para conseguirlo (aunque en este disco se les escapan algunas). En esta ocasión la intro inicial “Night Vision” se encarga de dicha tarea con muy buen resultado, y eso que el tema en sí no es ninguna proeza, pero consigue meternos de lleno en el universo oscuro de Watain. Acto y seguido aparece el primer trallazo del disco “De Profundis”, riff asesino, explosión y a darle cera, tema completito, con muy buenas guitarras y que sirve para darnos cuenta de que la producción del disco está más cuidada que en entregas anteriores, siguen sonando crudos y Old, pero los instrumentos se oyen con una nitidez que no habían conseguido hasta la fecha.

Espero que el anterior corte os haya cundido, pues van a tener que pasar unos cuantos temas hasta encontrar un trallazo de similares características. Las siguientes “Black Flames March” y “All That May Bleed” se mueven en unas constantes menos veloces, cercanas al medio tiempo, intentando conseguir la intensidad a través de atosigadores riffs estirados y los juegos de voces de Danielsson, sin duda me parece mucho mejor el segundo corte que el primero, mucho más dinámico, con una escala que cuando sube pone los pelos de punta, y unas líneas de bajo muy potenciadas que quedan de cine.

“The Child Must Die” es un tema sorprendente, posiblemente el momento clave donde comienza el giro sonoro del disco. Arranca con un riff muy heavy sustentado en una cabalgada de doble bombo más propia del Power que del Black. El tema va intercalando compases más lentos con nuevos ataques de batería, siempre con una línea melódica que posee mucho gancho, y nos va preparando el cuerpo para el que es sin duda el “sorpresón” del disco, la balada “They Rode On”. Sí, sí, habéis leído bien, una balada en toda regla, sin esconderse, ni medios tiempos ni ostias, y con Danielsson cantando el tema íntegramente con voces limpias. Ahora viene cuando tendría que deciros que el tema en sí llega a lo más profundo del alma…que es fría y cálida a la vez…y otras ascensiones del espíritu, pero que queréis que os diga, sinceramente pienso que es un corte que se queda a medio camino. El tema tiene su aura mística, un rollete melódico que me recuerda bastante a “Children of the Damned” de Iron Maiden, pero creo que hay un par de errores. Primero su excesiva duración (casi nueve minutos), y segundo pienso que al igual deberían haber buscado una colaboración en las voces para el tema en cuestión, pues la voz de Danielsson no es que sea precisamente prodigiosa. Sin duda este será uno de los cortes del disco que más va a dar que hablar.

Tal y como era de esperar, después de tal afrenta Watain ataca con el segundo trallazo del plástico “Sleepless Evil”. Que ya entra de buen inicio con un blast beast a palo seco al que se le irán uniendo el resto de instrumentos. Tema certero, macarra, hardcore de inicio, con interludio pausado pasado el horizonte y posterior solo salvaje. El corte en sí no es nada del otro mundo y acaba convirtiéndose en una frontera obligada entre la balada anterior y “The Wild Hunt”, que acaba siendo una especie de segunda balada embutida en el cuerpo de un medio tiempo, incluso en algunos momentos las guitarras son tan similares a “They Rode On” que a uno le parece estar escuchando la continuación de dicho tema. Eso sí, el final con guitarra española queda cojonudo.

Y después de tanto adormecimiento llega uno de los cortes más interesante del disco, “Outlaw” entra fresca y dinámica, con cierto aire modernete, propio de bandas como Dimmu Borgir o Old Man’s Child. Poco tarda en embalarse, y al final acaba descubriéndose como una gran pastilla de anfetaminas que sirve para reactivarnos un poquito. Y de verdad que nos va a hacer falta, pues el siguiente tema “Ignem Veni Mittere” es puramente instrumental, y brilla mucho más por su melodía que no por su fuerza y velocidad. Encontraremos consuelo pues en el último corte del disco “Holocaust Dawn”, que a modo de resumen contiene un poquito de todo, partes algo más veloces combinadas con buenas dosis de melodía y acertados pasajes cargantes aguantados con el incombustible doble bombo de Hakan.

“The Wild Hunt” va a ser sin duda el disco de la discordia, convencido estoy de que algunos lo ensalzarán como la quinta esencia del Black Metal y otros lo catalogarán como el principio del fin de Watain. Yo por mi parte me mantengo de forma prudente en un término medio, creo que es un buen trabajo, disfrutable, pero que en algunos momentos se hace algo tedioso. Personalmente valoro mucho el empeño, ahínco y dedicación de estos chicos, que sin ser ningunos genios han conseguido perfilarse como una de las bandas más reputadas de la escena blackmetalera actual, aunque no sé hasta qué punto han ganado tal reconocimiento por la calidad de sus trabajos o por lo huérfana que anda la escena Black actual de buenas formaciones.

Aquí os dejo con uno de los temas que mejor define este cambio de rumbo, "All That My Bledd", a medio camino entre lo agresivo y su lado más melódico/heavy:



  



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