domingo, 24 de marzo de 2013

HAMLET, La puta y el diablo (2009)


Artista: Hamlet
Álbum: La puta y el diablo
Género: Groove/Thrash Metal
Nota: 8,5/10







Desde sus inicios los madrileños Hamlet se han caracterizado por ser una banda capaz de generar amor y odio a parte iguales. Siempre a la vanguardia de las tendencias más de moda en el metal, jamás consiguieron el beneplácito del sector más conservador del metal. Pero Hamlet es mucho más que un grupo “fashion” al uso, más de veinte años en la brecha y diez álbumes a sus espaldas lo corroboran. Se me antoja imposible que un grupo “superficial” sea capaz de presentar un currículum musical como este.

Que un grupo quiera estar a la última en las tendencias metálicas no implica que carezca de personalidad propia, Hamlet ha conseguido con el paso de los años un sonido propio y auténtico, que los hace fácilmente reconocibles a las primeras de cambio. Sustentado en los potentes y pegadizos riffs de Luis Tárraga, la camaleónica voz de J. Molly, y las dinámicas e imaginativas bases rítmicas de Paco Sánchez.

Debido a este “modus operandis” de estar siempre a la vanguardia metálica, Hamlet ha navegado por varios estilos según la temporada, pudiendo encasillar su propuesta, hasta cierto punto, dentro de los patrones del Groove y el Metalcore. Cierto es que tuvieron un primer disco de corte Heavy llamado “Peligroso”, pero la banda siempre ha renegado de él. La verdadera carrera de Hamlet comienza en 1994 con “Sanatorio de Muñecos”, un trabajo que se movía a medio camino entre Rage Against the Machine y Pantera, dos bandas que por aquel entonces lo petaban. Groove machacón con letras algo rapeadas, disco pionero en la península de la moda de “bermudas y Adidas” que comentábamos el otro día en la reseña de Aspid.

Al cabo de dos años apareció su entrega más brutal y visceral hasta la fecha, “Revolución 12.111”. Orientados ahora hacia una vertiente más Thrash, el disco es una apisonadora de una hora de duración, donde uno tras otro te van lloviendo los coscorrones sin que te puedas reponer. Y como si de encontrar el punto medio se tratase, Hamlet edita en 1998 “Insomnio”. Considerado por muchos el disco más completo de su carrera, en el conjugaban a la perfección las vertientes Groove y Thrash utilizadas en sus dos anteriores trabajos.

A partir de ahí comienza la caída en picado, decepción para muchos (entre los que me incluyo) y alegría para otros. Hamlet ralentiza velocidad, profundiza (aún más si cabe) en las melodías vocales y suaviza distorsión. La banda va bajando peldaños hasta tocar fondo con “Syberia” y “Pura Vida”, tan suavizados que por momentos rozan el límite entre metal y pop.

Y cuando todo parecía perdido, cuando faltaba solo la última palada para acabar de enterrarlos, resurgen cual Ave Fénix y nos obsequian con este atronador “La Puta y el Diablo” que es, junto al “Revolución 12.111”, el disco más agresivo de su carrera. Caña burra de principio a fin, un sonido espectacular (se nota el fichaje por Roadrunner), duro, seco, certero, sin rellenos, demoledor, y un fallo garrafal que le hacen bajar al disco un cuerno del tirón, la filtrada voz de Molly. ¿Se puede saber quién fue el lumbreras que decidió filtrar la voz de uno de los mejores cantantes que ha dado el metal nacional? Innecesario totalmente, al final uno se acostumbra, pero es un fallo imperdonable.

Asunto vocal a parte, Hamlet firma su disco más “técnico” posible hasta la fecha dentro de sus “limitadas” posibilidades. Y lo pongo todo entrecomillado porque Hamlet jamás se ha distinguido por lo virtuoso de sus músicos. Potencia, garra, entrega, la que quieras y más, pero en su dilatada carrera los solos de guitarra se pueden contar con los dedos de una mano. Pero en este disco los madrileños se destapan y nos muestran todo lo que son capaces de hacer si se ponen. Temas más elaboradas y de mayor duración, como el primer corte “El Hábil Reino del Desconcierto” (que es por ende de los mejores del disco), que se mueve alrededor de los seis minutos de duración. O el temazo “No Habrá Final”, con un fantástico primer interludio instrumental de cuatro minutos de duración, para despachar solo un par de estrofas hacia el final del corte.

Tralla, tralla y “requetetralla”, mucha manteca suelta Hamlet en este disco, como si tuvieran que resarcirse de su época más “suavizada”. Una purga que logran con creces, pues incluso en los cortes más machacones hay espacio para los momentos parte-cervicales. En temas como “El Traje del Muerto”, “En el Nombre de Dios” (un pepinazo brutal), o “Escupe tu Vanidad”, vuelven a aparecer los blast beat de antaño. Riffs asesinos y la batería echando humo. ¿Queréis dos temas que salgan un poco de dicha dinámica? Pues ahí van.

“Siete Historias Diferentes” es uno de los mejores cortes del disco, en él destacan los originales riffs entrecortados de Tárraga y los diversos cambios de voz de Molly, con un estribillo maravilloso. Y como único tema “made in Insomnio” del disco tenemos “Revolución”, calienta gemelos pues este es un tema saltarín donde los haya. Un disco tan poderoso tenía que acabar por narices con un tema hercúleo, “Sacrificio” es un temazo de cabo a rabo de ocho minutazos y un final igual de progresivo que su inicio, donde durante unos segundos nos recuerdan a los dioses Nevermore (y eso es mucho decir).

Poco más, discazo en toda regla para los seguidores de la vertiente más potentorra de los madrileños, una vuelta a las raíces que esperemos sepan mantener (de hecho en el Amnesia de 2011 siguen por una línea muy interesante). Un excelente trabajo tristemente empañado por el problema con la voz de J. Molly.

Pues ahí lo lleváis el vídeo oficial de "Siete historias diferentes" y la genial "El hábil reino del desconcierto".



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